¿Las clases extraescolares son un buen ejemplo de coeducación? (Por Elena Peet, Celia Ocaña y Daniela Pérez)





Existen diferentes tipos de clases extraescolares. Seguro que las primeras que te vienen a la mente son fútbol, voleibol, baile y música. ¿Podríamos ponerles género a estas actividades? Probablemente tu subconsciente te haga clasificar estas actividades dependiendo de lo que diga la sociedad: el fútbol es de chicos y el baile, de chicas.

Sin embargo, y afortunadamente, cada vez hay más paridad en dichas clases extraescolares y no tanto juicio por tu género sino por las aptitudes que desarrolles en cada una. Por ejemplo, en Los Cristianos está la piscina municipal a la que niños y niñas van a aprender natación en clases mixtas. Su progreso se basa en las aptitudes y cualidades de la forma física que el niño o la niña va logrando y no diferenciados por su sexo. Esta es una buena forma de educar en igualdad dado que niñas y niños crecen y se desarrollan sabiendo que al final lo importante es lo que cada persona consiga y no lo que le viene dado por biología.

Otro ejemplo sería el equipo de hockey en Las Galletas, que hasta los 16 años es un equipo mixto y juegan todos y todas juntas sin ningún problema. Sin embargo, al intentar crear un equipo de cada categoría (masculino y femenino) las chicas, al ser tan pocas, tienen que irse al norte para poder continuar jugando. Esta situación viene dada tanto por los mensajes de la sociedad que clasifica los deportes por género, como por el hecho de que este taller está impartido por un hombre. A lo mejor, si también hubiera una monitora, más chicas se apuntarían y podrían conseguir un equipo completo.

Por eso es tan importante para la coeducación en dichas actividades tener referentes femeninos y masculinos en la impartición de las mismas, con el fin de motivar tanto a niñas en ambientes masculinizados como a niños en los feminizados. Por ejemplo, si un chico quiere apuntarse a danza, pero no tiene ningún referente masculino en dicha actividad, puede generar dificultades en su motivación y autoestima.

En conclusión, las clases extraescolares son un gran ejemplo para promover la coeducación porque a través de los juegos también se aprende. Es un momento donde niños y niñas pueden vivir sin presiones de calificaciones y eso conlleva a que sean más receptivas y receptivos a los mensajes que se les transmite. Si conseguimos que esos mensajes sean igualitarios y eduquen con perspectiva de género, estaremos dando un gran paso a que en un futuro no tan lejano, no haya prejuicios en el ámbito deportivo.

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