Mujeres con diversidad funcional (Por Kendra Peraza)

 


Las mujeres con diversidad funcional son un colectivo doblemente discriminado por el

hecho de ser mujeres y tener una discapacidad reconocida. A estas mujeres, se les trata

desde un punto paternalista e infantilizándolas. Sabemos que las mujeres siempre son las

encargadas de los cuidados, del hogar, las que tienen que renunciar a puestos de trabajo por

no poder llevar a cabo al mismo tiempo el trabajo en el domicilio y el mundo laboral.

En el caso de las mujeres con diversidad funcional y según datos del Observatorio sobre

Discapacidad y Mercado de Trabajo, estas presentan un 38'9% menos de actividad, un

32,2% menos de tasa de empleo y un 7,6% más de paro que aquellas que no padecen

ninguna discapacidad. También añadir que el 15,7% de las mujeres con diversidad funcional

se encuentra en situación de pobreza extrema y un 32,7% están en riesgo de padecerla, 5

puntos más que las de la población sin discapacidad. Si ya para una mujer sin ningún tipo

de diversidad funcional es complicado acceder a puestos de trabajo y sobre todo, a puestos

de poder, una mujer que la padece, tiene una doble dificultad.

Un estudio realizado por el Instituto de Ciencias Políticas y Sociales de la Universitat

Autònoma de Barcelona en el año 2015 descubrió que las mujeres con algún tipo de

diversidad funcional tienen menos probabilidades de ser derivadas a consultas

especializadas para la detección de cáncer de mama, útero u ovarios y este hecho se

relaciona con la desvinculación que existe entre la feminidad y la diversidad funcional.

Existe una gran estigmatización sobre la sexualidad de estas personas y más la de las

mujeres de este colectivo. La infantilización vinculada a las personas que necesitan

cuidados, les hace parecer menos ‘deseables’. A parte, estas mujeres no tienen cuerpos

que entren en los cánones de belleza establecidos, de hecho no se les considera que

tengan si quiera, cuerpos normativos, lo cual se les hace más difícil empoderarse. Se les

consideran personas con cuerpos asexuados. Valentina Meli, una mujer diversidad

funcional física habló en un artículo sobre la diversidad funcional y la maternidad:’A pesar

de ser una mujer de 34 años no siento la presión social y familiar de ser madre. En parte, en

gran parte, porque soy tetrapléjica, y en esta sociedad ser tetrapléjica está más asociado a

querer morirse que a querer dar vida.’

Los medios de comunicación exponen multitud de estereotipos que a las mujeres con

diversidad funcional las excluyen. En su gran mayoría, las mujeres con diversidad funcional

en estos medios, se les nombra para: dar un titular impactante, hacer ver que la imagen de

una persona con diversidad funcional es una carga, y no se les presenta en situaciones de

la vida cotidiana. Para estas mujeres, entrar en los estereotipos y roles establecidos que

nos marca la sociedad para decirnos lo que significa ser mujeres como por ejemplo la

maternidad, la sexualidad, la belleza...es un acto empoderante.

Hay casos de mujeres, como por ejemplo Bea Egea, que sufren violencia por parte de sus

parejas, a raíz de que se le reconozca una diversidad funcional. De repente, dejan de

cumplir con el rol estereotipado de ‘mujer que cuida y se encarga de las tareas del hogar’ a

‘mujer a la que tienen que cuidar y hacer las tareas del hogar’. Es como si de repente, fuese

una carga, de repente el hombre es quien se tiene que encargar de lo doméstico, de la

educación de hijos o hijas...Ella en una entrevista nos cuenta que sufrió violencia de todo

tipo ‘me anuló como persona, insultos, desprecios, gritos, imponer su voluntad en la toma

de decisiones personales, negación de ayuda, agresiones como patadas, empujones,

amordazarme, atarme, asfixiarme con la almohada...’ A la hora de denunciar se encontró

con que ‘Que se me discrimine por mi diversidad funcional, que me impide expresarme y

actuar como los demás. La ausencia de partes de lesiones por no poder acudir a un hospital

y, en resumen, la falta de previsión de la justicia para poder atender casos como el mío, lo

que aumenta el miedo y la sensación de indefensión, por la indiferencia social con la que

me fui encontrando’

¡Acabemos con esto, todo lo bueno empieza sin barreras!

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